Buenos días a todos y todas. Después de una semana frenética, sin tiempo para respirar y sin apenas poder tocar el ordenador, ya vuelvo a la carga con la primera de las crónicas sobre las actividades que hice a finales de octubre (y ya me parecen hasta lejanas). Os quiero hablar de mi experiencia en las jornadas Necrocon de la asociación barcelonesa Necronomicon’s de L’Hospitalet de Llobregat, dónde dirigí dos partidas de Pequeños Detectives de Monstruos y dos más de Buscaduendes.
Hacia un día horrible. Lluvia, frío… Además de que nos costó la vida aparcar el coche (y eso que vivimos relativamente cerca del sitio y podíamos haber ido andando, pero con la que estaba cayendo, cualquiera se atrevía a ir, maleta en mano, hasta el centro cívico de Sant Josep). Nada más llegar, nos encontramos a dos de las detectives habituales de la Agencia: las detectives Pikachu y Zanahoria, que se habían animado a visitarnos y participar de la investigación. A ellas dos, se les sumaron otros detectives novatos que disfrutaron de una partida totalmente alocada y llena de giros argumentales. Inspirar una partida en la propia asociación, haciendo referencia a juegos, dinámicas y espacios de la misma fue una aventura complicada de llevar. Primero, tuve que hacer un gran ejercicio de memoria, pues hacía más de año y medio que no visitaba sus instalaciones. Y a decir verdad, no distanciaba mucho el mapa de la realidad. Lo segundo, que los peques tenían ideas más descabelladas que las que yo había pensado de inicio y funcionaban a la perfección. Y lo tercero, aquello de usar dados de varias caras resultó ser una autentica locura y seguramente, lo llevaremos a cabo en otras partidas (seguramente, de cara a 2019). Aquí va, la anécdota del día: en la segunda partida, los detectives novatos dieron con un croissant de crema a medio comer (dedujeron que podría ser del monstruo que estaba causando los problemas) y no se les ocurrió otra cosa mejor que tirar el croissant al aire, a ver dónde se movía el dado misterioso, con tan mala pata que fue a parar a una de las salas dónde se estaba jugando a D&D (qué como ya sabéis, es Dársenas y Dramaturgos). El sacar tres críticos, hizo que el croissant cayera encima del mapa de juego de estos jugadores roleros. Los padres no podían contenerse la risa y mi cara de «madremíalaqueestamosliando« iba a peor por momentos. Además, para rizar el rizo cantamos la canción de Dársenas y dramaturgos: «Dársenas y dramaturgos, un mundo cultural. Se esconden entre bambalinas, las obras del mal». Creo que el detective Roquefort puede dar fe, que sus hijas se pasaron toda la tarde cantando la dichosa canción.
Por la tarde, llegó el turno de Buscaduendes. Fueron unas partidas muy amenas, rápidas y con muchos giros. El mago Bastral la lió parda, como ya era de esperar y los pequeños descubrieron lo complicado que era tomar elecciones, cuando sabes que el mago que estás ayudando, es un autentico desastre. Lo mejor de las jornadas fue el momento del concurso al mejor máster. Los jugadores (asesorados por sus papás) votaron que les había parecido mis partidas y al final de la jornada, el esfuerzo de vio recompensado, recibiendo el premio al mejor máster de las jornadas, con un bono regalo de 50€ que seguramente invertiré en algún juego de rol para peques (seguramente, Ryuutama). Y hasta aquí, esta primera crónica. Mañana hablaremos de la segunda experiencia en la escuela, con el doctor Piña, ya que este sábado estaremos dando un taller de como llevar el rol infantil a las escuelas, a los niveles educativos de la educación infantil. Toda una experiencia, que ya os contaré.
Nos vemos pronto, con más partidas de Buscaduendes y alguna cosilla sobre PDM, que os va a gustar mucho.