Subiendo los peldaños de dos en dos, el detective Papaya acude a los gritos del señor Adosmanos. El gamusino que vive en el archivador, sube trepando el bordón de terciopelo rojo que separa ambas escaleras. Al llegar arriba del todo, se encuentra al señor Adosmanos, con el rostro pálido y los ojos bien abiertos. No logra articular palabra, pero el detective sabe lo que ha pasado: se ha topado de bruces con el monstruo. A los pocos minutos, parece que recupera el color y articula unas pocas palabras, eso sí, desordenadas:
El mensaje es claro. Al poner las palabras en orden, parece que ha visto al monstruo y que se ha quedado con uno de los detalles, tiene dos grandes cuernos. Lentamente, recupera las fuerzas y se acerca a la otra puerta de la planta, cruzando por un pasillo escondido tras una cortina. Desde el otro lado, grita:
– La puerta que conecta el otro tramo de escalera, ya está cerrada. El monstruo está atrapado en esta planta. – Suspira e intenta coger aire.- Me he llevado un buen susto, detective. No me esperaba ver algo así, en la vida.
– Yo ya estoy acostumbrado, me encuentro con estos seres, cada dos por tres. Algunas veces, el susto que me llevo es tan grande que parece que el corazón se vaya a escapar del pecho.
– ¿Y usted no tiene miedo? – Pregunta extrañado.
– Hombre, uno siempre tiene miedo. Pero hay que aprender a convivir con ello. El miedo no es malo. Malo es perder los papeles y no controlarlo. – Se quita el sombrero y lo mueve ante la cara, como si fuera un abanico.- Y dime, ¿qué cambios se han hecho en esta planta?
– Pues se han cambiado la estructura de casi todas las paredes de la planta: se ha creado un spa en la antigua zona de la terraza y ahora hay un estrecho pasillo, simulando una planta de un hotel, con algunas habitaciones conectadas entre sí, de las maneras más inverosímiles. Son unas 4 habitaciones. Para pasar de la primera a la segunda, hay que cruzar por el armario y de la tercera a la cuarta, por el cuarto de baño, a través de una puerta escondida tras el espejo. Es una gran inversión del señor Cañadeazúcar.
– ¿Y viste hacía dónde fue el monstruo?
– Seguramente haya seguido el recorrido. Las puertas de mantenimiento aún no están instaladas. Por tanto, tendremos que ir hacía la primera habitación: la 201.
Al entrar en la habitación, algo cubre gran parte del suelo. Parecen trozos de tela, pero al mirarlo de cerca, parece un anuncio sacado de una revista:
– Deberíamos reconstruir esta imagen. Puede ser importante, pues claramente, ha sido destrozada.
Resuelve el rompecabezas en línea o imprime esta imagen y recortarla a tu gusto, para generar tu propio rompecabezas.
¡Un anuncio de un producto de limpieza! Y nuevamente, un trozo de huella en una de las esquinas. El joven Adosmanos, mira extrañado la imagen:
– Este tipo de producto, forma parte del atrezzo de la atracción. Antiguamente, en la zona de la cocina, había un par de cuadros con anuncios de productos de limpieza y allí, se escondía un actor disfrazado de bruja, que pegaba a los visitantes con la escoba.
– ¿Con la escoba? – El detective comenzó a rascarse la cabeza.- ¿Y sabemos quién era esa persona?
– Pues ahora mismo, no. Pero recuerdo que ese traje está abajo y tiene un nombre, manuscrito. Pero para llegar a los vestuarios, tendré que esquivar un montón de cajas y bultos. Espéreme aquí, ahora vuelvo.
A los pocos minutos, después de examinar de arriba a abajo la habitación, el joven Adosmanos vuelve con el traje negro en las manos:
– ¡No va a creer quién era la bruja disfrazada! Se va a quedar de piedra.
Continuará…
El blog del Detective Papaya 