El caso de los pasaportes – Capítulo 2

El avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Wellington, después de más de 30 horas de viaje y una escala en Dubai. El detective Papaya, visiblemente cansado, arrastró al gamusino que vive en el archivador fuera del avión y se dirigieron a la zona de recogida de equipaje, para recuperar sus maletas. Tras esperar cerca de una hora y ver, como la mayoría de pasajeros de su vuelo ya habían recogido su equipaje, decidió dar aviso en el aeropuerto, sobre la desaparición de sus maletas. Tras pasar por aduanas, enseñar su pasaporte y recibir el sello de aprobación, fueron a las autoridades locales a denunciar la desaparición de su maleta. En la oficina de la compañía aérea, les informaron qué quizás se demoraba la espera unas cuantas horas y que por cortesía de la compañía, les ofrecían un pequeño tour por los alrededores de Wellington y así descubrir, más cosas sobre la fauna y flora local. Siendo recogidos por un jeep de color amarillo chillón, el detective Papaya y el gamusino que vive en el archivador, se pusieron las gafas de sol y fueron a descubrir la vasta naturaleza de este país oceánico.

Encuentra la fauna y flora local de Nueva Zelanda, en esta sopa de letras. Alguno de ellos, está en peligro de extinción.

Al bajar del jeep, el detective estaba algo preocupado. El kiwi, un tipo de pájaro, no volador y símbolo del país, estaba en peligro de extinción:
– Debemos cuidar bien de la naturaleza, pequeñín. – Le dijo al gamusino que vive en el archivador.- Si no, dentro de unos años, muchos de estos animales y plantas, habrán desaparecido para siempre. – A lo lejos, escuchó un saludo que le resultó familiar. – ¿Será posible qué…?
– ¡Detective Papaya! ¿Qué hace usted por Nueva Zelanda? – Su peculiar castellano, con acento nipón, le delató. El detective Kudo, contacto de la Agencia de Detectives de Monstruos, en Tokyo, se acercaba a grandes zancadas al detective.- ¿Ya te ha enterado del problema?
– No sabía qué perder mi equipaje fuera un problema tan grave como para avisarle a usted. – Dijo entre risas, aunque la cara del detective Kudo, parecía evidenciar que el problema era serio.- Vaya, veo que no se trata de mi equipaje.
– Pues no. Resulta que nos han avisado las autoridades neozelandesas de la desaparición de varios documentos oficiales, sobre el peligro de extinción del kiwi, que ya sabes que es símbolo nacional.
– Sí, sí. He estado de ruta visitando los páramos naturales mientras localizaban mi equipaje. ¿Y qué pinta la Agencia de Detectives de Monstruos?
– El causante del robo es un monstruo. Lo poco que captaron las cámaras de seguridad, muestra que el causante del robo no es una persona. – El detective Kudo se quitó su sombrero azul y se rascó la cabeza. – Creemos que puede tener relación con otros eventos que han sucedido en el resto del planeta. ¿Usted ha venido aquí de vacaciones o por casualidad?
– Por ambas cosas. – Dijo sorprendido y extrañado, comenzando a atar cabos.- ¿Quizás sea todo premeditado y el monstruo nos esté retando? – En ese instante, el móvil del detective Papaya emitió un estruendo y comenzó a vibrar.- Parece que han localizado mi equipaje. Vayamos a echarle un ojo.

En la oficina de la compañía aérea, encontró su maleta abierta, tras ser examinada por la policía local. El detective, buscó en su móvil, una fotografía que había realizado de la maleta. Comparando ambas, exclamó:
– ¡Perdonen! Pero me faltan cosas en la maleta.

¿Qué objetos faltan de la maleta?

Sentados en la terraza de un bar del aeropuerto, el platillo con el cambio en dólares neozelandeses y el ticket de las consumiciones, ambos detectives miraban de encontrar puntos en común a la situación:
– Tenemos por un lado, un cambio de billetes de París a Wellington y el robo de materiales de su equipaje. – Dictó el detective Kudo.
– Por otro lado, la desaparición de documentos oficiales, a los que la Agencia de Detectives de Monstruos en Japón, respondió al aviso. ¿No hay Agencias en Oceanía?
– En cada país hay delegación. Eso es lo que me escama. Y por si fuera poco, mire mi pasaporte. – En el interior del pasaporte, alguien había arrancado la fotografía del detective Kudo y la había sustituido por una nota adhesiva. – No hay nada escrito, simplemente, me lo han dejado aquí.
– Creo que si que hay algo, mírelo bien. – El detective Papaya, observaba atentamente con su lupa. Creo que nos están invitando a viajar.

Los detectives se acercaron a la ventana de información del aeropuerto y preguntaron por el número de vuelo que habían encontrado en el papel:
– El vuelo que ustedes quieren consultar, sale dentro de noventa minutos. Si me dicen sus nombres, puedo reservarles plaza. – Los detectives alargaron sus pasaportes y esperando, a que la persona que les atendía acabará con las comprobaciones. – ¡Vaya! Resulta que ustedes dos ya tienen plaza reservada en este vuelo. En concreto, tres plazas. Tengan sus billetes de embarque. – Les alargó los billetes y comenzó a atender a los siguientes clientes.
– ¿Y hacía dónde va el vuelo, detective Kudo?
– No se lo va a creer. – Dijo con los ojos abiertos como platos.

Billetes de avión con destino a… ¿Otro mensaje cifrado?

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