El caso de los pasaportes – Capítulo 4

El sol de Los Angeles, les cegó. Los detectives y el gamusino, se colocaron sendas gafas de sol para evitar el molesto sol veraniego y saliendo del aeropuerto, buscaron la cabina telefónica más cercana. El detective Kudo, explicó:
– Debemos llamar a la detective Maple. Es nuestro contacto aquí, en los Estados Unidos.
– Pensé que íbamos a ir a la capital, a Washington DC. – Preguntó un extrañado Detective Papaya, que tenía ilusión por ver la Casa Blanca.
– Esta vez, parece que nuestros amigos, han decidido no moverse por la capital. Según la detective Maple, han detectado la presencia de un Monstruo de los Secretos, en un antiguo teatro abandonado, cerca de Hollywood. – El gamusino que vive en el archivador, se le iluminaron los ojos. – Mirad, por allí viene.

A lo lejos, apareció en una furgoneta de color gris, una chica de mediana edad, con el pelo largo y un gran sombrero de color azul marino. La detective Maple lucía un traje completo de color azul, con delgadas líneas blancas. Saludó a los detectives y los invitó a subir al coche. Les informó:
– Ya tengo algún agente novato rondando por el edificio. No es muy grande, pero tiene el suficiente tamaño para esconder a un buen grupillo de Monstruos de los Secretos. Si el monstruo que estamos buscando es el que usted conoce, detective Papaya, seguramente estará agrupado con sus hermanos.
– Eso espero, pero nunca habían llegado tan lejos. ¿Qué los habrá llevado a estas triquiñuelas? Por cierto, ¿cuánto tardaremos en llegar?
– Eso es díficil de decir en estas tierras, detective. Conducir por Los Angeles, es como cruzar un laberinto. Nunca sabes cuánto vas a tardar.

Descubre la manera de llegar del aeropuerto a Hollywood, con este laberinto en una señal.

Tras más de hora y media de recorrido en coche, se plantaron ante el Hollywood Pacific Theatre, un teatro abandonado que fue nombrado patrimonio histórico en el 1993. En las puertas del teatro, un grupo de detectives novatos, que lucían sus identificaciones, colgadas al cuello. La detective Maple preguntó:
– ¿Por qué no han entrado al teatro?
– No damos con la llave. Parece ser que el detective Brown, ha olvidado dónde la ha dejado. Y lo único que hemos recibido como respuesta, por su parte, es este texto, tan extraño. ¿Usted qué cree?
– Maldito Brown y sus adivinanzas. ¡No escarmienta! Pero seguro que Mr. Papaya y Mr. Kudo, nos pueden ayudar.

Resuelve el enigma del Detective Brown.

¡Meter la llave en un buzón postal! ¿A quién se le ocurre? Al abrir la doble puerta, una nube de polvo recorrió al grupo de detectives. Una decena de Detectilinternas se encendieron al unisono e iluminaron el pasillo de entrada al teatro. El suelo apareció cubierto por un reguero de pasaportes de países diferentes. Siguiendo el rastro de pasaportes, llegaron a los pies de un viejo escenario, que no estaba en muy buen estado. El detective Papaya, la detective Maple y el detective Kudo, subieron lentamente al escenario y al llegar al centro, un gran foco se encendió y comenzó a sonar una música estridente por uno de los altavoces:
Ladies and gentlemen, sean bienvenidos al Show de Secretillo.

De las sombras de las bambalinas, apareció Secretillo, un Monstruo de las Sombras, con el cuaderno verde del detective Papaya y una foto del detective Kudo en la otra ala. Cuando vio que estaba rodeado por una docena de detectives, Secretillo bajó la cabeza y aterrizó suavemente en el suelo. Se acercó al detective Papaya y le susurró:
– ¿Algún secreto para apuntar en el cuaderno? Es que estos días que he estado lejos de ti, te he perdido el rastro y no he podido continuar con tus «crónicas».
– ¿Te parecerá correcto lo que has hecho? ¿Cómo has podido hacerme una jugarreta así? ¡He visitado tres países diferentes en menos de una semana! ¿Dónde están tus hermanos? ¿Y por qué nos haces esto?
– Detective… yo…

Antes de qué pudiera seguir hablando, la detective Maple, capturó al monstruo en un Frasco de Cristal y se lo llevó fuera del escenario. Dio ordenes a sus detectives, para que registraran todo el edificio, mientras los tres detectives veteranos se dirigían al hall, para mantener una conversación privada con el monstruito:
– ¿Dónde están tus hermanos, Secretillo? – Preguntó la señorita Maple.
– No están. – Dijo con grandes lagrimones en los ojos. – Ese maldito monstruo se los ha llevado, para seguir jugando con ustedes.
– ¿Qué monstruo? – Dijeron los tres al unísono.
– El que nos pidió qué quitásemos los pasaportes, cambiáramos billetes de avión y esas cosas. Quería asegurarse de tenerles entretenidos, para poder conseguir eso.
– ¿Y qué es eso? – Gritó el detective Papaya. – Dime, ¿qué es lo que está buscando?
– Algo brillante. Es lo único que sé. Se llevó a mis hermanos, pues yo me escapé antes de que se marcharan.
– ¿Y a dónde se han ido, Secretillo? – Preguntó el detective Kudo. – ¿Dónde están ahora?
– Pues lo único que sé, es el dibujo que hizo mi hermano Susurrete. Si ustedes pueden sacar algo de él. Yo sólo puedo disculparme y ofrecerles mi ayuda.
– Veamos ese dibujo. Ya tendremos tiempo de hablar contigo, sobre lo que habéis hecho. – El detective Papaya tomó el dibujo entre las manos y exclamó.- ¡Válgame el cielo! ¿A dónde tenemos que ir ahora?

¿Qué bandera estamos buscando? ¿Y sabéis a qué países pertenecen dichas banderas?

Continuará…

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