El caso de los pasaportes – Capítulo 12 (Final)

En el silencio inmenso del Louvre, los detectives observaban como el Monstruo de los Reflejos, entregaba la Reina de los Reflejos a aquel brazo misterioso que apareció de la nada. La detective Azalea, viendo que podría ser imposible recuperar la gema, salió disparada hacía los monstruos, siendo seguida por el detective Papaya, que se temía lo peor. Cuando el Monstruo de los Reflejos cruzó el espejo, junto al brazo misterioso y el gran diamante, los detectives no dudaron un momento y saltaron al otro lado de aquel extraño reflejo que se había formado ante la imagen de La Gioconda. Cuando reaccionaron, comprobaron qué habían cruzado a la otra dimensión.

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Los detectives Azalea y Papaya, en el otro lado del reflejo del cristal que separa la Gioconda de los visitantes.

Los Monstruos, dos grandes Monstruos de los Reflejos, echaron a correr por el pasillo. Desde el otro lado, les llegaba la voz del detective Kudo, pero no entendían lo que decían. No había tiempo que perder y salieron tras los monstruos. Torcieron en una bifurcación de pasillos hacía la izquierda, que en el mundo real, era la derecha y comenzaron a descender los escalones de dos en dos. Azalea y Papaya, decidieron dividirse y recorrer las escaleras, desde las dos habilitadas para emergencias. Cuando ambos monstruos se encontraron bajo la gran pirámide de cristal, los detectives ya les estaban esperando. Ambos llevaban los frascos de cristal en la mano, pero cuando dijeron las palabras mágicas, estas no funcionaron:
– Maldita sea, Azalea. Estamos en el mundo reflejado. Nuestras palabras no sirven. Deberemos decirlas… del revés.
– Pues será tarea ardua, pero allá qué vamos. – Dijo la detective Azalea, recolocándose el sombrero.- Estoy lista.

¿Seréis capaces de decir las palabras al revés?

Dos nubes de humo cubrieron a los Monstruos de los Reflejos y fueron a parar a los Frascos de cristal. Por fin, estaba atrapado y se había acabado aquella gimcana de país en país. Pero había un nuevo problema… ¿dónde estaba la gema? La Reina de los Reflejos no aparecía. Rehicieron todos sus pasos, subiendo por la escalera que los monstruos habían bajado anteriormente. Pero no había rastro de la gema. Cuando volvieron frente a la Mona Lisa, vieron al detective Kudo saludarles y gritarles algo que no acabaron de entender. ¿Y si la gema estaba escondida… en el cuadro?

¿Dónde está «La Reina de los Reflejos»?

Por extraño que pueda aparecer, la gema estaba escondida en el interior del cuadro. La detective Azalea, con sumo cuidado, arrancó la gema y disparó la alarma del museo. El detective Kudo, gritaba y se tapaba los oídos. Intentaron cruzar al otro lado, pero se toparon contra el grueso vidrio que separaba el cuadro de los visitantes. El portal estaba cerrado. Miraron a los dos monstruos que estaban atrapados en el interior del frasco. No estaban por la labor de colaborar y menos, después de colocarlos separados. La detective Azalea, negoció con ellos:
– Si os guardamos a los dos, en el mismo frasco, ¿nos abrís el portal para cruzar al otro lado? – Esperó unos segundos y ambos monstruos asintieron.- Miraremos qué podemos hacer, cuando lleguemos a la Agencia de Detectives de Monstruos, lo que ha hecho tu compañero ha estado muy mal. – La cara del primer Monstruo de los Reflejos, se llenó de lágrimas.- Entiendo lo que se vive con el amor, pero no justifica la aventura que nos habéis hecho pasar. Agarraos, que os colocaré en el interior de mi frasco.

Traspasó a ambos monstruos a su Frasco de cristal y esperó atentamente ante el cristal. El aire comenzó a curvarse lentamente y notaron la energía invisible del portal. Cruzaron justo en el momento, que dos gendarmes aparecían en el museo, quedándose ojipláticos al ver aparecer a dos personas de la nada. Tras las largas explicaciones, el detective Papaya, pudo despedirse de Azalea y Kudo, y regresar a Villalejana, pues su tiempo vacacional se había acabado entre aventura y aventura. En el aeropuerto de Paris-Orly, recibió una llamada telefónica de la detective Tiramisú:
– ¡Felicidades, detective Papaya! Nos han avisado que habéis conseguido recuperar el diamante robado y atrapar a dos Monstruos de los Reflejos y a cuatro Monstruos de los Secretos.
– Si, a cambio de quemarme mis vacaciones. ¡No hay derecho, Tiramisú!
– Bueno, no te sulfures. Vuelve a la Agencia y lo hablamos.

Durante el vuelo, el detective Papaya, se puso a hacer pasatiempos de una revista que hay comprado en el aeropuerto. Murmuró:
– ¡Qué graciosos! Una sopa de letras… sobre las vacaciones.

¿Cómo se dice «vacaciones» en otros idiomas europeos?

Tras regresar a casa, con un buen cargamento de croissants para el gamusino que vive en el archivador, se encuentra con una comitiva de la Agencia de Detectives de Monstruos: los detectives Tiramisú, Piña Colada y Kiwi, le esperaban con una gran pancarta. El detective no sabía que decir y el gamusino, seguía devorando croissants. La detective Tiramisú, exclamó:
– ¡Bienvenido, detective! ¡Tenemos un regalo para ti! – Un sobre cerrado.- ¡Ábrelo! ¡Ábrelo!

Abrió el sobre y de él, sacó dos billetes de avión. Destino: Paris:
– ¡Tienes quince días más de vacaciones! ¡Mañana sale tu avión! ¡Y no te olvides al gamusino!
– ¿Cómo os lo puedo agradecer?
– Con qué nos traigas unos cuántos recuerdos de Paris, ya nos bastará. ¡Un pin o postal de la Gioconda, por ejemplo! – La cara del detective Papaya, cambió.
– ¡Detective Piña Colada! ¡Tienes cara de cansado! ¿Qué ha sucedido algo, en estos días de ausencia?
– Calla, calla. – Dijo el detective Piña Colada. – Si me invitas a un café en tu casa, te lo cuento todo, Lucío.
– Eso está hecho, Moncho. Subid a casa, tomaremos café y unos crois…

Pero no acabó la frase. El gamusino se había acabado todos los croissants, ante la atenta mirada de los detectives. Con un café entre las manos y unas galletas de supermercado, el detective Piña Colada comenzaría a contar una historia… qué acabó en una aventura. ¿Qué le habrá pasado?

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