Una araña se posó en el hombro del detective Kiwi. Asustado, saltó de lado a lado y fue a apoyarse en la puerta entreabierta del acceso al sistema de alcantarillado, justo como hizo el Monstruo de las Sombras. Menos mal que el detective Piña Colada estaba atento y pudo sujetarlo antes de que cayese escaleras abajo. La araña salió corriendo a una de las esquinas y trepó por la pared, hasta llegar a su telaraña. Bajaron las escaleras, lentamente, con la Detectilinterna prendida entre las manos, procurando no hacer ruido. Al final de las escaleras, el plano de la alcantarilla. El detective Kiwi iluminó el mapa y dijo:
– ¡Esto es un maldito laberinto! ¡Seguro que nos perdemos! ¿Y hacía dónde habrá ido el Monstruo de las Sombras?
– Supongo que habrá huido por alguno de los túneles. ¡Mira! – Señaló algo que había en el suelo.- ¡Cáscaras de plátano! ¡Y envoltorios de chocolatinas! ¡Sigámoslas! Llegaremos al lugar dónde el monstruo se esconde.

El rastro se acabó en una sala circular. El ruido del agua residual correr por las tuberías, retumbaba por las esquinas. En el centro de la sala, unas escaleras de metal. Ni rastro del monstruo y el último envoltorio de chocolatina, lo habían dejado unos pocos metros atrás:
– ¿Deberíamos subir por las escaleras? – Preguntó el detective Kiwi.- Parecen muy sólidas. – Puso un pie en la escalera y comenzaron a temblar.- O quizás no. Deberíamos saber dónde llevan estas escaleras.
El detective Piña Colada, evitó el primer peldaño y de un salto se colocó en el segundo. La escalera resistía y apenas se movía:
– Creo que algunos peldaños no están en buen estado y por eso tiembla o cruje. Deberemos fijarnos en cuales son los adecuados para alcanzar la superficie.

En la parte superior de la escalera, la tapa de la alcantarilla estaba mal colocada. Parecía que alguien había abandonado los subterráneos por esa salida, recientemente. Enfocando con la Detectilinterna, se toparon con dos pies que calzaban zapatos de tacón bajo, de color rojo intenso. A los pocos segundos, notaron el haz potente de la luz y una voz familiar, les saludó:
– ¿Qué hacéis aquí, chicos? ¿No habíais ido al Ayuntamiento?
– ¡Secretaría Mermelada! ¿Pero, cómo…?
Los detectives habían aparecido nuevamente en el almacén de la Agencia de Detectives de Monstruos y nuevamente, volvía a estar desordenado:
– He bajado aquí por la cantidad de ruido que escuché. ¿Vosotros estáis bien?
– Estábamos buscando el rastro del Monstruo de las Sombras. Parece que ya sabemos como accede a la Agencia, pero ahora no sabemos dónde está.
– Bueno, teniendo en cuenta lo que ha robado, podemos imaginarnos dónde se ha metido.
– ¿Qué ha robado está vez? – Preguntó el detective Kiwi.

¡La Confitería Sabayón! Es la única de Villalejana que tiene más Caramelos Antiverrugas. Además allí hay chocolate y dulces de los que le gustan. Debemos avisar a doña Eulalia, antes que… Pero ya era tarde, el teléfono de la Agencia, volvió a sonar, sin dar tiempo a los detectives a descansar.
Continuará…