El caso del shhhh… (un caso silencioso) – Capítulo 10

Tapones. Eso es lo que apareció en mitad del comedor cuando la secretaria Mermelada bajaba a prepararse el café. El detective Papaya llevaba ya algunas horas despierto, cuando comenzó a rebuscar por toda la casa y encontró un montón de tapones desperdigados por todas partes. Agnés, sin entender mucho lo que sucedía, preguntó:
– ¿Para qué tantos tapones?
– El Monstruo del Despertador los buscaba para taparse los oídos, a ver si así se le quitaba la jaqueca. Pero ninguno de ellos sirve para sus oídos. Por eso decidió estropearte los relojes. ¿Has ido a mirar como se encuentra?
– Sigue con jaqueca. ¿Qué tenemos que hacer con un monstruo que está enfermo? ¿Deberíamos llevarlo al Hospital de las Afueras?
– No, mujer. Si entramos en Urgencias, con un monstruo, vamos a provocar el caos. Tendremos que pensar en algo. Vamos a quitar todos los relojes de la casa y vamos a crear un espacio silencioso para el Monstruo del Despertador. Pensemos, ¿qué podríamos hacer para curar a un monstruo enfermo?

Pensando, pensando, recordaron aquel extraño libro de monstruos, que había sido propiedad del Marqués de Sinestesia. Llamaron a la Agencia y les atendió el detective Kiwi, que estaba cubriendo la baja de los dos agentes. Dejó el teléfono mal colgado y a los pocos minutos, respondió:
– Del libro ha caído un papel amarillento. ¡Quizás os pueda servir! ¿Sigue teniendo Agnés, el fax en la cocina? – La secretaria Mermelada asintió con la cabeza.- Pues ahora se lo mando.

Al recibir la imagen en blanco y negro, se preguntaron: ¿qué diablos voy a hacer con esto?

Un mensaje secreto llega al fax… en blanco y negro y las palabras desordenadas…

Tras descifrar el mensaje, se preguntaron:
– ¿A qué Foucault hace referencia? ¿Al actual o al descendiente? De todas maneras, no tenemos nada que perder y podemos ir a preguntarle. Coge tus cosas. Dejaremos al Monstruo del Despertador bajo los cuidados de Jalea. – Dijo la secretaria Mermelada.
– No sé si es la mejor opción. Como le dé por cantar.
– No lo creo, la tengo muy bien enseñada.

Tras llegar al taller de relojería del señor Foucault, con una copia del mensaje del fax, se encontraron con el hombre cubierto de polvo de pies a cabeza:
– No lo encuentro. Llevo toda la santa mañana buscando en el almacén y el dichoso trasto, no aparece.
– Señor Foucault, ya hemos conseguido atrapar al monstruo, pero tenemos otro problema.
– ¿Otro problema? ¿De qué se trata?
– El Monstruo del Despertador tiene jaqueca. Bueno, dolor de cabeza.
– Vaya.
– Y hemos encontrado este mensaje en un libro sobre monstruos y ciencias naturales. – La secretaria Mermelada extendió el papel al viejo Foucault, que iba desprendiendo nubes de polvo, a cada paso.- ¿Usted sabe algo?
– No, querida. Esto hace referencia a mi antepasado. Podríamos mirar nuevamente en los ficheros, a ver si encontramos algo. ¿Me hace los honores, señor Papaya?

La carpeta CLR, contenía un par de artículos de opinión sobre el caso de la Marquesa de Sinestesia y el reloj de cuco que había dejado de funcionar. En uno de esos artículos, el antepasado del señor Foucault, hacia referencia a las motivaciones del monstruo y entre ellas, aparece la palabra: enfermedad. Buscando entre los textos, hallaron la respuesta: dolor de cabeza continuado. Gracias al invento del señor Foucault, el monstruo fue atrapado y su dolor de cabeza remediado. Ese maravilloso invento que el señor Foucault, no encuentra en su almacén y que solo se sabe que tiene forma hexagonal y un agujero en el centro. Pero a veces, los milagros existen y en el último folio de la carpeta, hay un pequeño boceto del objeto. Saltaron de alegría y comprobaron que podrían hacer la pieza, con un poco de tiempo y paciencia. No había tiempo que perder: había que ayudar a un monstruo.

Continuará…

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