
Lunes y estoy sin energía. ¿Os lo podéis creer? Pero es por una buena razón. El pasado sábado, estuvimos con los compañeros de la asociación barcelonesa Sants-Niggurath, dándolo todo en sus jornadas Niggujocs, con compañeros de otras entidades y la verdad, fue una experiencia maravillosa. Tuvimos dos mesas llenas de jugadores y los peques se lo pasaron en grande, descubriendo una vez más todo el potencial que esconde el libro de Pequeños Detectives de Monstruos, de Álvaro Corcín y Patricia de Blas, que edita Nosolorol y que actualmente, está en Kickstarter, para poder lanzarse en inglés, con edición de la pantalla de director de juego, los cuadernos de aventuras y los dados de gamusinos. ¡Un festival, vamos! Aún tenéis dos semanas para participar. Pero volvamos a Sants-Niggurath y a la tarde del sábado, pues la experiencia fue muy enriquecedora. Además, era una fusión de tres conceptos a la vez: el juego de PDM, los relatos de Phillip K. Dick y el universo de Fanhunter, de Cels Piñol. ¿Saldría bien el combinado? Ahora lo veremos.
Dónde caben dos, caben… ¿cuatro?


El primer grupo de valientes detectives que iban a trabajar codo con codo, con el detective Lucio III Papaya, eran los detectives Gato, Spaghetti, Superchuche y dos nuevos detectives: Melocotón y Junior. Tras incorporar música a mis partidas, resultó que mi teléfono móvil decidió sabotearme la ambientación musical (con la banda sonora de la película Blade Runner) y a media partida, tuve que desistir, pese a mis buenas intenciones. Es un caso peculiar, que los peques vivieron de manera extraña al principio: ¿en el futuro? ¿y todo está tan mal? ¿apenas hay naturaleza? Realmente, como les conté al final de la partida, que esto no suceda en el futuro está en nuestras manos, en las de todos y que cada pequeño gesto, cuenta. Por tanto, el mensaje que yo buscaba transmitirles, llegó a la perfección. Pero la partida, fue un absoluto festival de pifias, con un momento desternillante en la habitación del detective Papaya, en el apartamento 1968. Nuestro detective Superchuche decidió investigar en la cama del detective Papaya. Pero la doble pifia que sacó, se convirtió en un detective novato echando una siesta, a la que luego se sumaron tres detectives más. Menos mal que el detective Spaghetti estaba ahí para salvar la situación y les hizo entrar en razón.

Otra de las cosas que funcionó muy bien, fue el nuevo objeto de la Agencia: la RetroPol (Retro Polaroid Camera), que permite sacar fotos del pasado por si hubiera algún indicio. Tuvimos algún problema con la cámara, pues sacaba fotos de los detectives, pero en el futuro (con la cara llena de chocolate), pero esta mecánica del objeto permite usar una mecánica al estilo Timeline, intentando colocar las imágenes en orden y determinar que ha hecho el monstruo desde que robó la planta hasta que se escondió en el colmado del señor Deckard. Una partida muy divertida, que seguro que los peques recordarán. Vamos a ver el segundo turno.
¡Mamá, quiero ser artista! (O cómo se apoderó el drama en el final de la partida)



Los detectives veteranos Elsa, Ecejohn, Darth Vader, Uol y Misterio, se sumaron a la aventura de descubrir el misterioso caso de corte futurista que se planteaba sobre la mesa. Con una mesa muy dispuesta a todo, comenzaron la investigación de forma algo caótica, intentando atrapar a un replimusino (un gamusino robótico), que se enfadó con ellos y dejó de hablarles por un rato. Además, en la cocina, no hicieron mucho caso al androide doméstico que limpiaba los platos, mientras hablaba con otro gamusino y claro, las cosas comenzaron a complicarse. Por suerte, encontraron información sobre los gamusinos replicantes y algunas pistas, sobre el posible paradero del ladrón. ¿Y qué opinaban los peques sobre la prohibición del ocio y la cultura? Pues ese fue el punto más divertido de la partida, pues se indignaron a más no poder y se quejaban con frases como: ¡Pues vaya rollo el futuro! ¿Tampoco Pokémon? ¿Y el futbol? ¿Y el Camp Nou? (con respuesta de: ahora es un huerto de robo-patatas). La segunda parte de la investigación fue algo mejor, con algún susto con el International Bank of Megalejana, pero con un buen final capturando al monstruo de las Macetas, pero cuando llegó ese momento, el público asistente a la partida se había duplicado y el final de la partida, se convirtió en una escena digna de una película de Hollywood, con el grito de la partida: ¡Las papayas, no! ¡Las papayas, no! Hay fotos que así lo demuestran. En general, dos partidas muy divertidas, que hicieron pasar un buen rato a los pequeños.

En dos semanas, nuevo fin de semana rolero con tres partidas diferentes. Pero yo sigo con la duda… ¿sueñan los detectives con papayas eléctricas? Desde luego que mi yo del futuro, no.
Nos leemos.