El caso del shhhh… (Un caso silencioso) – Capítulo 7

Tras perseguir a la tetera por todo el patio de armas, esta se acabó escondiendo en la bodega de la marquesa de Sinestesia. La marquesa sonrió. No había salida en la bodega. El lugar olía a humedad y apenas se veía nada. Necesitaban una vela o un candil para iluminarse. La sirvienta fue a buscar uno al interior de la casa, pero cuando volvió, notó que algo extraño sucedía en la puerta de la bodega. Una gran mancha de té cubría parte del suelo enfrente de la entrada y a pocos pasos, la tetera yacía escondida tras la puerta, vacía por completo. El monstruo se había escapado. Pero, ¿cómo lo había hecho? El reloj de cuco volvió a sonar y a los pocos segundos, escucharon otra vez el shhhh. El monstruo estaba nuevamente en el salón. Ahora si qué iban a atraparle. Pero nuevamente, desapareció sin dejar rastro. Miraron el reloj y seguía intacto, como si nada hubiese cambiado, excepto… excepto que el cuco volvió a dejar de cantar y el maestro Foucault, indignado, decidió regresar a su taller. Por el camino, fue ideando la manera más eficaz de atrapar a ese maldito monstruo. Ideó un plan: crear una sutil trampa, que atrapara al monstruo en el momento que el reloj diera las horas. Pero, ¿cómo podría derivarlo allí? Debía buscar más información sobre monstruos. En la biblioteca municipal, quizás encontraría algún tomo. Además, el detective Tiramisú, seguramente conociera alguno de esos libros. Pero, ¿cuál será el adecuado?

¿Cuál de los seis caminos hay que elegir, para conseguir el libro correcto?

El libro que escogió, era un libro muy extraño. En francés. Se llamaba...

– «Monstres et histoire naturelle», de Thierry Laizure. ¿A qué sí, señor Foucault? – Dijo la secretaría Mermelada, ante la atenta mirada del relojero y la cara de sorpresa del detective Papaya. – Es un libro que el señor marqués, tiene en su biblioteca particular.
– Correcto. Veo que conoce el fondo literario del marqués de Sinestesia.
– Es una larga historia. Pero prosiga, señor Foucault.

Como iba diciendo, el libro de «Monstres et histoire naturelle», es un viejo libro que sirvió de inspiración a mi antepasado para crear un invento único. Un capturador de monstruos. Algo tan mágico como simple en su funcionamiento. Es igual que un reloj de cuco, con la diferencia que si alguien lo toca, quedará atrapado en su interior. Algo así como un frasco de cristal, versión relojera. Tardó un par de jornadas en fabricarlo, pero cuando lo tuvo listo, se dirigió a casa de la marquesa, para poder atrapar al monstruo.

– ¿Y lo consiguió? – Preguntó el detective Papaya.
– Pues… creo que sí. Tenía un recorte del Viejo Heraldo de Villalejana, pero no sé dónde lo metí. Creo que lo guardé en alguna carpeta. Detective, en la tienda, hay una vieja estantería con carpetas.
– ¿Y cuál es la qué estamos buscando?
– Pues…

¿En qué carpeta está el artículo que estaban buscando?

Tras tragar polvo y tener que mirar bien todas las carpetas, halló la que estaban buscando y se llevó al señor Foucault. La resolución a la historia del problema de la marquesa de Sinestesia estaba cerca… ¿o no?

Continuará…

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